Hace un par de meses, investigando sobre Henrik Ibsen, me topé con este artículo, en el que se anunciaba la publicación del primer producto de ocho años de trabajo del proyecto Ibsen in Translation, impulsado por el Ministerio de Exteriores de Noruega, el instituto Norwegian Literature Abroad (NORLA), y el Centro de Estudios Ibsenianos de la Universidad de Oslo (donde, como dato curioso, se ofrece una maestría en Ibsen de dos años de duración). El objetivo es traducir directamente del noruego 12 obras del dramaturgo a ocho idiomas (árabe, egipcio, hindi, español, persa, chino, japonés y ruso).
Ocho años puede parecer un plazo excesivo para este trabajo, especialmente si consideramos que se está publicando un avance, no el resultado final. Sin embargo, no lo es. Si bien Henrik Ibsen no ocupa el espacio que tiene Shakespeare en la cultura popular, eso no lo hace menos complejo o relevante. Esto se aprecia en la presentación que hace Cristina Gómez-Baggethun, la experta en Ibsen elegida para dirigir la traducción al español, sobre esta primera publicación.
La autora, hablante nativa de español y noruego, señala que han sido ocho años de investigación y búsqueda de nuevas rutas en la traducción. Además, explica las decisiones que ha tenido que tomar en el camino. Entre ellas, ha optado por mantener una absoluta literalidad en la traducción, lo cual incluye el respeto a todas las maldiciones e insultos de los personajes. Aquí cabe mencionar que esta decisión es totalmente acertada para un autor que siempre se esforzó por hacer notar el carácter, origen soial y afinidad ideológica de sus personajes en cada palabra que estos emiten.
Además, menciona un rasgo adicional que, en mi opinión, es una de las mejores decisiones posibles cuando se trata de traducir teatro:
Quisiera también señalar que en estas traducciones no he pretendido en ningún momento reproducir el castellano de la segunda mitad del siglo XIX. (…) Mi interés ha residido, en cambio, en emplear un registro contemporáneo en el que mi propia sensibilidad respecto del habla de mi tiempo me permita embarcarme en el tipo de empresas que vengo describiendo a lo largo de esta introducción. Por eso confío en que estas traducciones, además de ser leídas, puedan constituir una útil herramienta para aquellos que deseen montar los textos. (…)
La última frase es vital. Debido a la seriedad del proyecto, uno puede caer en la tentación de considerar esta publicación como un producto académico y no como lo que finalmente Ibsen quería ofrecer: un insumo para la puesta en escena. Personalmente, como actor en formación, encuentro pesado tener que lidiar con vocabulario, modismos y conjugaciones ajenas tanto a mi propia habla como a la de los asistentes. Como espectador de una puesta, ciertas construcciones sintácticas, en vez de situarme en el contexto histórico, me distraen de la actuación y el contenido de la obra. De este modo, considero que la decisión de traducir estas obras a un español moderno ayudará tanto a lectores como a directores, actores y espectadores.
Por otra parte, no tiene sentido utilizar español antiguo para recrear un falso contexto histórico. Ibsen pertenecía a una sociedad bastante distinta a la española del s. XIX. Introducir una nueva manera de hablar con el pretexto de situar al lector en otro tiempo solo serviría para contaminar los textos con nuevos significados ajenos a la obra original. Por supuesto, si se tratara de un texto escrito originalmente en castellano, mantener sus particularidades históricas podría ser útil, pero ¿qué sentido puede tener hacerlo en un texto traducido de un idioma absolutamente ajeno (el noruego es una lengua germánico-nórdica)?
Con estos buenos antecedentes, decidí comprar el libro. Al vivir en Perú, el costo de envío desde España era más caro que el libro mismo. Por suerte, una amiga muy querida iba a hacer un viaje a España en diciembre, así que decidí esperar y ver si ella podía comprar el libro, lo cual hizo gracias a su inmensa voluntad.
No es el propósito de este post hacer una especie de unboxing del libro, así que solo mencionaré que la calidad de la edición es bastante buena: pasta dura, páginas ligeramente cremas, y tipografías claras y ordenadas. En cuanto a la traducción misma, no he tenido tiempo aún para compararla con otras versiones, pero, por lo pronto, me gusta bastante. Se mantiene la prosa directa y cuidada que siempre hemos visto en Ibsen.
Las obras que contiene este primer volumen se listan abajo. Como se puede ver, coindicen con las que podríamos llamar los “grandes dramas” de Ibsen:
• Los pilares de la sociedad (1877)
• Casa de muñecas (1879)
• Espectros (1881)
• Un enemigo del pueblo (1882)
• El pato silvestre (1884)
• La Casa Rosmer (1886)
• La dama del mar (1888)
• Hedda Gabler (1890)
Asimsimo, al leer el libro, descubrí que el artículo que mencioné al inicio de este post no es más que la parte inicial de la introducción del libro. Parte de esta introducción y algunas páginas de Los pilares de la sociedad pueden ser leídos aquí.
En resumen, la información previa que encontré sobre esta nueva traducción de Ibsen llamó bastante mi atención y, al comprar el libro, he quedado satisfecho y lo recomiendo si les gusta el teatro en general. Lo pueden encontrar en la misma página de la editorial. Personalmente, nunca he encontrado un solo libro de Ibsen en liberías limeñas, lo cual es una lástima. Ibsen es uno de esos autores cuyas obras resultan tan profundamente humanas que se pueden releer innumerables veces y en cada lectura se descubre algo nuevo.
Título: Teatro (1877-1890). Traducción de Cristina Gómez-Baggethun
Autor: Henrik Ibsen
Editorial: Nórdica libros
Año: 2019